Aunque comer fruta es un hábito incuestionablemente saludable, recientes recomendaciones de expertos en nutrición sugieren que el cuándo la consumimos puede ser casi tan importante como cuánta y cuál.
La nutricionista Shikha Agarwal apunta que el momento óptimo para incluir fruta en nuestra dieta diaria se sitúa antes del atardecer, cuando el metabolismo del cuerpo está más activo y dispuesto a procesar de forma eficiente los azúcares naturales y los micronutrientes presentes en estos alimentos, según recoge As.
La importancia de los ritmos circadianos
Esta sugerencia se basa en la sincronización con los ritmos circadianos, los ciclos biológicos que regulan funciones clave del organismo, como la digestión o la secreción hormonal. Según Agarwal, comer fruta en este intervalo de tiempo favorece una mejor absorción de nutrientes como la vitamina C, los antioxidantes y la fibra, a la vez que reduce el riesgo de que el azúcar natural —la fructosa— se transforme en grasa si se consume en momentos de baja demanda energética, como por la noche.
Curiosamente, muchos consumidores suelen optar por la fruta en el desayuno o como postre tras una comida copiosa, algo que la especialista desaconseja. Por la mañana, en ayunas, puede producir picos de glucosa si no se acompaña de grasa o proteína; mientras que tras una comida pesada, el cuerpo prioriza la digestión de otros nutrientes y podría almacenar el excedente de fructosa como tejido adiposo. Por ello, recomienda tomarla entre comidas o como tentempié de media mañana o media tarde.

En cuanto al tipo de fruta, Agarwal sugiere adaptar su consumo al momento del día. Por ejemplo, los cítricos y frutos del bosque por la mañana aportan energía y antioxidantes; peras o manzanas ayudan a la digestión al mediodía; y frutas como el kiwi o las cerezas, ricas en melatonina, podrían mejorar la calidad del sueño si se ingieren al final de la tarde. La variedad, la estacionalidad y la procedencia local también son factores clave para preservar el perfil nutricional y reducir la exposición a residuos de conservación.