El científico español Rafael Luque ha pasado de ser una de las figuras más citadas en el mundo de la química a estar en el ojo del huracán por prácticas fraudulentas. Con una carrera marcada por la llamada "química verde", Luque llegó a publicar hasta un estudio cada dos días laborables en 2022.
Sin embargo, esta productividad asombrosa empezó a levantar sospechas entre la comunidad académica y, con el tiempo, ha quedado al descubierto que parte de su ascenso meteórico estaba sustentado en manipulaciones sistemáticas y artimañas para inflar su prestigio.
Cuenta ya con 11 estudios retirados
Los datos más recientes, recabados por la herramienta de análisis Argos, arrojan un balance demoledor: once de sus estudios han sido retirados por las editoriales científicas tras detectar manipulación de datos y cambios irregulares en la lista de autores, a menudo sumando a investigadores de hasta 16 países distintos sin justificación científica aparente. Estos artículos, algunos relacionados con catalizadores o la síntesis de nuevos compuestos, tenían como objetivo reforzar la red de citas cruzadas y subir posiciones en los rankings internacionales, una práctica que ha puesto en jaque la credibilidad de las instituciones implicadas, según recoge El País.
La sombra de Luque se extiende aún más lejos: Argos detecta que hasta 96 de sus estudios presentan alto riesgo de ser retractados próximamente, mientras que 335 más están bajo sospecha. Su caso es especialmente significativo porque muestra hasta qué punto las colaboraciones internacionales pueden convertirse en un terreno fértil para prácticas poco éticas cuando los incentivos económicos y el prestigio académico están en juego. Su relación con la Universidad Rey Saúd, en Arabia Saudí, donde llegó a figurar como investigador principal sin el conocimiento de la Universidad de Córdoba —su empleadora en España—, es solo un ejemplo de cómo se vendían autorías para engordar currículums.
Este escándalo ha reabierto un viejo debate: ¿hasta qué punto la ciencia está siendo víctima de su propio sistema de medición? El negocio de las citas y los rankings académicos ha creado un escenario en el que el nombre de Rafael Luque aparece como un síntoma más que como un caso aislado. Su caída ha puesto en evidencia que, detrás de la fachada de la productividad científica, se esconde a menudo una pugna por fondos, premios y poder en la que los principios éticos se diluyen peligrosamente.
Paradójicamente, mientras Luque se encontraba recibiendo homenajes en Rusia por su supuesto compromiso con la ciencia, la comunidad internacional tomaba nota de sus retractaciones y sus colaboraciones con algunos de los científicos más controvertidos del mundo.
